miércoles, 8 de julio de 2009

No es una sino muchas muertes




Ayer por la tarde se dió la penosa noticia que Enrique Congrains, sinónimo de la Generación de los 50, había fallecido en Cochabamba a la edad de 77 años. Ésta no es una, sino muchas muertes.

TESTIMONIO

Innovador de nuestras letras

Miguel Gutiérrez
Escritor

Lo leí cuando casi era un adolescente, y tuve la sensación de encontrarme con una suerte de Ciro Alegría urbano, pero si se quiere más intenso. Nadie que haya leído No una sino muchas muertes (que indudablemente mereció una película mejor y más cercana a su espíritu) olvidará a Maruja, sin duda la primera representación de la mujer en nuestra narrativa con todo su poder. Tampoco olvidará a los jóvenes amantes de ese cuento inolvidable “Domingo en la jaula de estera”. De pronto Congrains dejó de publicar y pensé que la narrativa había perdido a un escritor de muchas posibilidades. Sin embargo, más de 40 años después publicó dos libros, El narrador de historias y 999 palabras al planeta Tierra, que la crítica, con la ceguera y mezquindad que le caracteriza (con raras excepciones), trató con desdén y suficiencia. Quería que Congrains siguiera escribiendo la misma historia de siempre. Estas novelas las leí con asombro y deleite, acaso con mayor sabiduría narrativa abordaron nuevos temas y situaciones para nuestras letras, con el mismo espíritu innovador del joven Congrains. Enrique, gracias por todo lo que aprendí de ti.

Afecto a las clases populares

Oswaldo Reynoso
Escritor

Lo conocí en el Palermo, cuando él leía un cuento que me pareció muy interesante, en el que contaba sobre la pobreza urbana, pero no desde arriba, como se hace en Los gallinazos sin plumas. Congrains lo hacía desde la misma calle, pues era un escritor que sentía afecto por las clases populares. En las pocas veces que lo traté me di cuenta de que era un compañero leal. (La República 07/07/09)

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